domingo, 3 de mayo de 2020

DOMINGO IV.- “SI EL SEÑOR ES MI PASTOR NADA ME FALTARÁ”


Sr. Cango. Pbro. Jaime Gutiérrez Gutiérrez

Para quien abre su corazón, la Palabra de Dios es vida. Y hoy, en este domingo cuarto de Pascua, aún “en casa,” el Apóstol San Pedro nos exhorta: “Hermanos: Soportar con paciencia los sufrimientos que les vienen a ustedes por hacer el bien, es cosa agradable a los ojos de Dios.” Hoy, pues, debemos ser muy responsables de hacer el bien a nuestros hermanos desconocidos con los que nos cruzamos; hemos de pasar haciéndoles el bien, sin contagiarnos. Porque estamos en este tiempo de contagios y amenazas serias de muerte. 
En este tiempo hemos de afirmar, como Pedro,  con absoluta certeza, que hemos puesto en Dios nuestra esperanza; porque “el Señor es nuestro pastor y nada nos faltará”. Él es realmente quien nos conduce, y él está reparando nuestras fuerzas y las fuerzas alteradas de la madre naturaleza. Ahora es, también, un tiempo de conversión. Este aislamiento nos da la oportunidad de ser una verdadera familia; de no darle prioridad al dinero; de humanizar nuestra sociedad; de cuidar y no dañar a nuestro planeta; y de darle un valioso espacio a Dios en nuestra vida. Anhelemos “una nueva normalidad”.
Sabemos que Dios, nuestro pastor, “a despecho de nuestros adversarios”, prepara nuestro mejor final. Y también sabemos que “Dios es bondad y misericordia que nos acompaña todos los días de nuestra vida y nos espera en su casa por años sin término.”
Dejemos, pues, que entre en nuestra casa este Buen Pastor. Y que reconozcamos su voz, entre tantas voces que nos confunden, hoy. Él nos conoce a cada uno por nuestro nombre. Sigamos su voz. Hoy con voz fuerte nos invita a seguirlo: “Yo soy la puerta, quien entre por mí se salvará.” Y lo que no debemos de olvidar –insisto- es la razón de su llamado: “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia.” “EN LA VIDA Y EN LA MUERTE SOMOS DEL SEÑOR

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