ACTO DE CONTRICIÓN.
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NOVENO DÍA
Salutación a la Santísima Virgen María, Ntra. Señora de San Juan.
Dígnate, Virgen Santa, de que tu siervo te alabe y diga: Ave María, Ave cándida paloma. Ave refulgentísima estrella, Ave luz sobremanera hermosa, Ave de los serafines cántico, Ave de los querubines himno, Ave alegría del género humano, pues tan poderosa eres, Señora, el perdón de los pecados nos alcances. Amén.
ORACIÓN QUE SE HA DE VARIAR TODOS LOS DÍAS.
¡Oh! Inmaculada y siempre bendita, singular e incomparable Virgen María, Madre de Dios, templo suyo muy agradable, sagrario del Espíritu Santo, puerta del reino de los cielos, por quien después de Dios, vive todo el orbe de la tierra, inclina hacia mí esos tus misericordiosos ojos, que dan vida de gracia a las almas. Compadécete de mí, Señora, que con mortales accidentes por instantes me acabo y con mortales culpas me consumo, rodeado siempre de demonios que como hambrientos leones me pretenden tragar. No lo permitas, Señora, líbrame de esta desgraciada muerte, que ya desde hoy te prometo dejar todas las ocasiones de culpas, y sólo aspirar con nueva vida a la consecución de la gracia, y si el favor que te pido en esta novena me conviene para este fin, concédemelo por los méritos de tu Santísimo Hijo Jesús nuestro Señor, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
(Aquí se hace la petición a María Santísima de San Juan, según la necesidad particular de cada uno, hecha alguna pausa, se reza la siguiente:
CORONA DE LOS DOCE PRIVILEGIOS DE LA INMACULADA MADRE DE DIOS
En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
ANTÍFONA.
Un gran portento apareció en el cielo, una mujer vestida del sol, la luna bajo sus pies y en su cabeza una corona de doce estrellas (Apc. 12, v. I.)
Primer Cuaternario.
V. Señora mía de San Juan, Virgen y celestial Paloma.
P. Tú defiendes Madre Mía a los que rezamos tu Corona.
V. Pues que nos proteges tanto como verdadera Madre.
P. Haz que nos bendiga el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
Segundo Cuaternario.
V. Señora mía de San Juan, Virgen y celestial Paloma.
P. Tú defiendes Madre Mía a los que rezamos tu Corona.
V. Pues que nos proteges tanto como verdadera Madre.
P. Haz que nos bendiga el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
Tercer Cuaternario.
V. Señora mía de San Juan, Virgen y celestial Paloma.
P. Tú defiendes Madre Mía a los que rezamos tu Corona.
V. Pues que nos proteges tanto como verdadera Madre.
P. Haz que nos bendiga el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
ANTÍFONA.
Un gran portento apareció en el cielo, una mujer vestida del sol, la luna bajo sus pies y en su cabeza una corona de doce estrellas (Apc. 12, v. I.)
ORACIÓN QUE SAN AGUSTÍN COMPUSO PARA HONRAR A LA SANTÍSIMA VIRGEN
Acordaos ¡oh piadosísima Virgen María! Que jamás se ha oído decir que alguno que a Vos se acogiese, y pidiese socorro y protección haya sido desamparado. Yo, animado con tan dulce confianza, acudo a vos ¡oh! Virgen de las Vírgenes; a vos vengo y con temor de mis pecados me postro en vuestra presencia; no queráis ¡oh! Madre del Divino Verbo menospreciar mis súplicas, sino dignaos propicia de verme y favorecerme. Amén. (Lib. De Cor. De Flor. F. 156).
OFRECIMIENTO.
Soberana Emperatriz de los cielos y Señora del universo, María Santísima, postrado humildemente en tu adorable presencia, te ofrezco estos tres Padrenuestros y doce Ave Marías, en honor de aquellas doce estrellas con que el Apóstol y Evangelista San Juan te vio coronada en los cielos. Por tan sublime y gloriosa prerrogativa doy a la Santísima Trinidad infinitas gracias; y con todo el regocijo de mi corazón contemplo en esos misteriosos y brillante astros; simbolizada la imperial corona de privilegios, gracias y virtudes singulares con que te ciñó y coronó tus purísimas sienes, desde el primer instante de tu Inmaculada Concepción. Por esta tu singular exaltación, te ruego serenísima Reina que me comuniques las influencias de tu virtud y fortaleza, para triunfar de los enemigos del alma; y me des tanta gracia cuanta necesito para merecer la corona que está preparada en los cielos para los que fielmente combaten hasta el fin.
También te suplico ¡oh Señora y Madre mía! Que asistas y protejas a la Santa Iglesia, al Sumo Pontífice que la gobierna y a todo el clero secular y regular; que des luz y acierto a nuestros gobernantes, que mires compasiva a los herejes, cismáticos e infieles, para que salgan de la tenebrosa noche de sus errores e ignorancias; que emplees tu misericordia con todos los pecadores, y que alargando tu piadosísima mano para aliviar a todos los afligidos, sean las benditas ánimas del Purgatorio quienes obtengan particularmente el inestimable beneficio de su libertad, para que vayan a bendecirte y alabarte en la eterna bienaventuranza de la Gloria, donde vives y reinas por los siglos.
¡Oh María, concebida sin pecado! ¡Rogad por nosotros que tenemos confianza en Vos!
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