2. La toma del santuario y abadía por los perseguidores en 1927 y el segundo ocultamiento y su traslado.
San Juan de los Lagos, fue considerado por las fuerzas federales un lugar muy estratégico para acosar la piedad de los muchos peregrinos que visitaban a Nuestra Señora de San Juan, por eso muy pronto, durante los 3 años de persecución más violenta, fue que tomaron la Abadía, anexa al santuario como cuartel y a las dos torres como perfectos puestos de vigilancia. Además, consideraban a San Juan, como a todos los pueblos alteños, “de armas tomar.” Todas estas circunstancias hicieron necesario retirar la Imagen Original para evitar un lamentable sacrilegio. La grave dificultad era que había que sacarla “frente a las narices de los federales.”
2.1.Encargados del santuario durante la clausura del culto
Es sabido que cuando se suspendió el culto de los templos, al mismo tiempo el Gobierno Callista prácticamente tenía amenazados de muerte a los sacerdotes, especialmente de esta región alteña muy creyente. Por eso fue necesario que se ocultaran los sacerdotes, dejando para eso, de responsables a valientes laicos creyentes que estuvieran al cuidado de los templos que nunca se cerraron. El Santuario de la Virgen de San Juan no fue la excepción, así que buscó a un grupo de hombres para que se mantuvieran al pendiente del templo. Estos son los primeros llamados:
“José Pérez Sánchez, encargado del Templo dedicado al Culto Católico, Apostólico, Romano, denominado “Santuario” de esta ciudad, en unión de los diez vecinos que suscriben, y en cumplimiento del artículo 130 fracción undécima de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, aviso a esa Presidencia Municipal que yo soy el encargado del Templo arriba mencionado.
Lo que pongo en conocimiento de Usted, para los fines a que haya lugar.
San Juan de los Lagos, 31 de julio de 1926.
Rúbricas: Aniceto Pérez Franco, José Pérez Sánchez, J. Asunción Padilla, Tranquilino Sánchez, Leonardo de la Torre, José María Martín Padilla, RG Romo, José Pérez Parada, José de la Torre, Benjamín Arévalo”.
2.2.Cuando nuestra señora de san juan fue oculta
Debido a la fuerte presencia de los perseguidores en el Pueblo de San Juan, a los rumores de la impiedad con que trataban todo lo sagrado y, sobre todo, al ver que el Santuario quedaba en manos de diez laicos, y no de sacerdotes, después de pensarlo bien, en muy guardada secrecía, el Abad y sus capellanes, decidieron retirar de su trono a la original imagen de Nuestra Señora de San Juan, para ponerla a buen resguardo y evitar una desgracia mayor, como la intentada con la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, en la Ciudad de México.
El día señalado de su ocultamiento, a la hora más cerrada de la noche, así se maniobró:
“La Sagrada Imagen de Nuestra Señora de San Juan fue conducida al Tesoro, procediéndose inmediatamente en envolver la Imagen en telas de seda, y para darle mayor protección, se envolvió con tela de jerga gruesa, se colocó en el doble fondo de un antiguo ropero chino que había en el Santuario.
Al ropero se le desclavó la tabla de arriba y por allí se introdujo la Imagen de la Virgen. Las medidas del ropero son: de alto, 1.96 metros, de ancho 1.27 metros y de fondo 42 centímetros, a la vista, y el doble fondo de 24 centímetros, espacio suficiente para proteger a la Virgen.
Mientras tanto, otro grupo de personas procedía en la tarea de colocar en el sitio la otra imagen de Nuestra Señora de San Juan, vestida con el vestido que tenía la Original puesto antes de ser retirada. No se notaba aparentemente el cambio, y de hecho nadie lo notó en los meses que duró fuera de su Santuario; éste es un gran milagro. El Señor Abad estuvo impresionado de que todo había salido bien, aunque un tanto temeroso por las imprevistas consecuencias que pudieran venir; pero su confianza en Dios y dejando a la Virgen la solución de tal situación...”
“Se le confió la custodia de la Santísima Virgen a una familia piadosa de San Juan, que gozaba de gran estima por parte del Señor Arzobispo y del Señor Abad, por ser una familia cristiana que vivió su fe a través de sus obras de amor al prójimo y dando testimonio de su ejemplar vida.
Fue así como, siendo la hora del alba, ya amanecía, cuando se dio por concluida la penosa labor. Había fuerzas armadas esa mañana en el exterior del sagrado recinto del Santuario.
En el interior del Santuario se oraba como era costumbre; los grandes cirios ardían al pie de la imagen de la Virgen de San Juan. Nadie sospechó el cambio efectuado en la madrugada; todo parecía normal. En la penumbra, apenas se destacaba el altar mayor, dibujándose difusamente la imagen de Nuestra Señora. Se notaba poca actividad en la Sacristía; el Ilustre Abad se encontraba solo en su departamento, en espera de que amaneciera y ser informado de la situación.
En ese sitio esperaba un camión destartalado, cargado de camas y colchones. El momento fue aprovechado para subir también el ropero chino mencionado. Nadie interrogó por el mueble viejo que se estaba colocando en el camión. Así inició su viaje a su temporal hogar donde se mantendría oculta durante 6 meses en que volvió sin que nadie lo notara.”
Capellán Feliciano Vázquez, San Juan, 16 de diciembre de 1927.
Tomado de:
López-Padilla, J. E., & Gutiérrez-Gutiérrez, J. (2020). Nuestra Señora de San Juan. 250 años de su histórico traslado. Guadalajara, Jalisco: Acento Editores.
Cristeros bajo el grito de: Viva Cristo Rey y viva la Virgen de Guadalupe!!!
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