¡Virgencita de San Juan! Vengo a visitarte. Llego cansado porque el camino ha sido largo. He tenido que sufrir fatigas, trabajos y privaciones; pero ahora me siento contento porque estoy contigo, y el hijo está tranquilo y feliz cuando encuentra a su madre.
Te vengo a dar las gracias porque me concediste el favor que te pedí. Te vengo a dar las gracias porque siempre que te cuento mis penas, me das consuelo y remedio, y porque muchas veces, sin saberlo yo, me has cuidado de peligros y me has dado lo que necesito.
Ahora también vengo a presentarte las penas que me afligen, porque la vida es dura. Cada día es más difícil conseguir el sustento y las cosas necesarias para llevar una vida digna. Nos persiguen los sufrimientos, las enfermedades y los accidentes. Tenemos también muchos problemas morales. Hay dificultades en la familia y en la comunidad en que vivimos, que hacen difícil y triste nuestra vida. Por eso, vengo a pedirte ayuda y fortaleza para mí, para mis familiares y para todos mis seres queridos.
RESPUESTA DE LA VIRGEN DE SAN JUAN A LA ORACIÓN DEL PEREGRINO
¡Hijo mío! mi Corazón de madre se alegra al verte llegar. He seguido tus pasos, tus fatigas y tus privaciones en el viaje. Te agradezco los regalos que me has traído, pero, lo que más te agradezco, son los buenos sentimientos, la devoción y el amor que veo en tu corazón.
Me das gracias por los beneficios que has recibido, pero quiero decirte que, a quien debes dar gracias en primer lugar, es a Dios: Él es la única Fuente de todo bien. Yo intercedí por ti, pero fue Dios quien, para dejarme contenta, te concedió lo que yo le pedí en tu favor; por eso, te pido que, desde ahora, en todo momento, le des gracias junto conmigo.
Ahora, de nuevo, intercederé por ti, y ten la seguridad de que Dios te concederá todo lo que no sea estorbo para tu salvación, porque es bueno y misericordioso, y te ama como el mejor de los padres.
Bienvenidos a mi blog, aquí podrás conocer muchísimos de los milagros de Nuestra Madre Santísima de San Juan de los Lagos
sábado, 20 de junio de 2020
sábado, 13 de junio de 2020
XI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. Sr. Cango. P. Trinidad Márquez Guerrero
Hoy, en la primera lectura y el evangelio, tenemos dos escenas paralelas.
En las faldas del Sinaí se congrega una multitud que ha salido huyendo de Egipto, a la que el Señor hace una propuesta: “si escuchan mi voz y guardan mi alianza, serán mi especial tesoro entre todos los pueblos”. A través de una decisión libre, aquellos individuos pueden convertirse en la comunidad de Dios. Así, la multitud que salió de la esclavitud de Egipto recibe la vocación de convertirse en pueblo de Dios: “Ustedes serán para mí un reino de sacerdotes y una nación consagrada”.
También en el evangelio Jesús se encuentra ante la multitud. Y se compadece de ella, “porque estaban extenuadas y desamparadas, como ovejas sin pastor”. La piedad, mejor dicho la ternura de Cristo, se debe al hecho de que la multitud es solo multitud, números más que rostros, cantidad más que personas.
Esa gente aparece cansada, extenuada, porque vive en un estado de dispersión y de abandono.
Jesús expone la situación a sus discípulos y les implica en su compasión invitándoles a trabajar. Lo primero, deberán rezar, para poder sintonizar con la ternura de Dios, de comprometerse con su voluntad de salvación. Y después deberán partir. Jesús les hace apóstoles, o sea, enviados, y les confía una misión. Se ocuparán de aquellas multitudes transformándolas en el nuevo pueblo de Dios.
En contra de la masificación en la que vivimos, convertirse en pueblo, en comunidad, significa, por el contrario, conocerse, encontrarse con la mirada, comunicar, hablar, escuchar, descubrirse; significa también dejar circular la vida, la simpatía, el calor humano.
En una comunidad los individuos no se limitan a estar uno junto al otro como en la multitud, sino que se comprometen a crear comunión. Cuando la multitud se transforma en pueblo, entonces el otro se hace interesante, importante para ti, para mí.
Entre la multitud no, ahí cada uno lleva escondido el propio misterio, las propias penas, los problemas, las dificultades, las esperanzas y los proyectos. En la masa la persona queda borrada. Su verdadera identidad oculta.
Por eso a los discípulos no se les invita a establecer el orden en la multitud, a ponerla en fila, organizarla, manipularla, juntarla, adoctrinarla, sino a curarla de su resignación a ser solamente multitud, masa inerte.
Las enfermedades de que se deberán ocupar los apóstoles, en esta perspectiva, son sobre todo, como nos ha insistido el Papa Francisco, el anonimato, la soledad, el descarte, la indiferencia.
A los apóstoles se les encarga sacar personas de la masa, buscar rostros, llamar a cada uno por su nombre. Dar a cada uno el sentido de un proyecto divino que lo interpela en primera persona, y del que es responsable.
Hay quien está mudo porque nadie jamás le ha dado la palabra y quien está sordo porque nadie le ha enseñado a escuchar a los demás. Quien está ausente porque nadie le ha pedido expresarse. Quien se ha perdido porque siempre le han dicho que tiene que ir donde van todos, hacer lo que todos hacen, no salirse de la fila. Quien está desorientado, confuso, porque vive confundido en medio de los otros, y nadie jamás le ha revelado su rostro verdadero reflejado en una mirada limpia, nadie le hecho descubrir su conciencia y nadie le ha informado lo que vale.
La tarea de los amigos de Cristo es hacer que las personas sean conscientes de esta nueva realidad: han sido llamados a ser pueblo, a reconocerse, a encontrarse, a realizar el mismo proyecto divino sin perder la propia identidad.
No somos portadores de una doctrina, sino de un amor.
«Por tu limpia Concepción y belleza sin igual, cúbrenos con tu manto, Madre Santísima de San Juan».
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domingo, 7 de junio de 2020
¿DE QUÉ MATERIALES ESTÁ ELABORADA LA IMAGEN DE NTRA. SRA. DE SAN JUAN? (Dr. José Everardo López-Padilla)
Siguiendo al más experto en imágenes de caña de maíz, Don Andrés Estrada Jasso, sabemos, de cierto, que la Sagrada Imagen de Ntra. Sra. de San Juan está elaborada de los siguientes materiales:
· Caña, también conocida como “caña de maíz” o “pasta de Michoacán”.
· Papel, que constituye la base para la aplicación y unión de las cañas. Los tarascos hacían papel con el liber de una higuera, llamada siranda. La siranda es el mismo árbol o semejante al amate.
· Madera, que sirviera de soporte a las diferentes partes del cuerpo. Se introducía madera de pino, pero principalmente de zompantle (colorín= Erithrina), que además de brindar fácil elaboración y ser de poco peso, tiene la consistencia necesaria para mantener las piezas en su lugar. De él solían tallar manos, pies, piernas y cabeza.
· Materias inorgánicas, la encarnación se daba a base de yeso (sulfato cálcico) mezclado con aguacola, o engrudo de harina, que, aplicado sobre el papel o la caña ya modelada, quedaba muy resistente y apto para recibir la pintura: era la encarnación.
LOS AGLUTINANTES
En las crónicas se menciona el tatzingueni como el aglutinante con que pegaban las cañas. Es una palabra tarasca que significa engrudo y se obtiene de la “sobralia citrina”. Esta planta es una orquídea que flota en las aguas de los lagos de Michoacán, de cuyos bulbos se extrae la goma. Los seudobulbos de la aróracua se trituran y secan al sol. Después se muelen, lo mismo que el bagazo de la caña de maíz seco, y se ponen en polvo dos partes de corazón de caña por cinco de orquídea, se les agrega agua fría hasta formar una pasta moldeable y resistente.
LOS COLORANTES
Los indígenas poseían gran cantidad de buenos tintes, como la grana fina extraída de la cochinilla (Coccus cacti o Coccus silvestris) que vive en cierta clase de nopales. La cochinilla hembra que produce el carmín o ácido carmínico, polvo microscópico de color rojo intenso. Se necesitaban varios miles de animalitos para producir un gramo de concentrado, por lo que era estimadísima y cara.
Para dar los verdes empleaban “cardenillo”, de fácil obtención: purificando el cobre en una solución de vinagre y cogollos de ruda. Usaban el color verde montaña que es la malaquita. Los amarillos eran tierras ocres. El azul lo obtenían del lapislázuli. Los blancos los daban con el albayalde. Sólo el negro era de origen vegetal, pues no es más que el hollín de ocote quemado, llamado negro de humo.
LOS BARNICES
Después de la coloración, venía el barniz, que al mismo tiempo que la protegía, la avivaba con su brillo. Se utilizaba la “laca de Michoacán” o “maque”. Estas lacas o barnices son muy resistentes, soportan el rayado de la uña, le confieren a la madera un brillo que siempre mantiene vivos los colores, que ni el sol ni el agua los daña.
Este esmalte se extrae de unos afidos o pulgones (coccus axin) que se recogen en los montes de Parácuaro y Tingambato. Estos gusanos o insectos se echan vivos en agua hirviendo hasta que, a base de maceración desprenden una grasa amarillenta; y que se deja enfriar y reposar por varios días. En un recipiente con aceite de linaza cruda se reciben las gotas de aje que se funden por acción del calor de una llama que lo derrite. Esta mezcla de aceite vegetal y animal se aplica sobre la superficie pintada, o con un “muñeco” o con la mano a base de constante frotación.
BIBLIOGRAFÍA.
López-Padilla, José Everardo; Gutiérrez, Jaime. (2019). La Imagen de Nuestra Señora de San Juan. Editorial Acento. Guadalajara, Jalisco.
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viernes, 5 de junio de 2020
ORIGEN DEL NOMBRE DE NTRA. SRA. DE SAN JUAN (Dr. José Everardo López Padilla)
El primer nombre con el que conocemos a la Imagen de la Virgen de San Juan fue el dado por la misma Ana Lucía al narrar la historia de su primer milagro portentoso, cuando se refiere a esta Gran Señora en su lengua materna: la CIHUALPILLI (Gran Señora en náhuatl). Así será llamada en numerosas ocasiones por otros varios testigos oculares de su primer milagro.
Aquella frágil CIHUALPILLI y Rosa de Castilla, era la Inmaculada Concepción, verdad que los Franciscanos habían jurado, como su cuarto voto, defender y extender su devoción en aquel vasto continente. Era simplemente la Inmaculada, como la descubrieron en su perfumada cajita de madera en 1634, porque pisaba una oscura luna, que representaba la serpiente del mal. Era la Inmaculada, aunque desde el primer milagro, en 1623, fue llamada, por aclamación popular: “LA VIRGEN DE SAN JUAN”.
El Pbro. Juan Contreras Fuerte, en 1668, declara que el motivo de “…llamarse esta milagrosa Señora con el título de la Virgen de San Juan fue por llamarse este pueblo de San Juan, que consta ser San Juan Bautista, porque de tiempo inmemorable hacen la fiesta de que pertenece a la Parroquia de estos indios, y tienen hechura de bulto de San Juan Bautista porque tienen, sin duda, ser esta la causa de llamarse de San Juan el origen que se tiene”.
FUENTE:
López-Padilla, José Everardo; Gutiérrez, Jaime. (2019). La Imagen de Nuestra Señora de San Juan. Editorial Acento, Guadalajara, Jalisco.
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jueves, 4 de junio de 2020
UNA DECISIÓN DEL CIELO: EL MILAGRO DEL LEÑO (Dr. José Everardo López Padilla)
En el año de 1666, cuando el Sr. Obispo D. Francisco Verdín de Molina estaba en la disyuntiva de si la fiesta de la Virgen de San Juan sería de la Natividad o de la Inmaculada Concepción ocurrió el siguiente suceso narrado por el Capellán Mayor del Santuario Don Nicolás de Arévalo:
“El Vicario (pasando por el Santuario de la Virgen de San Juan el Dr. Juan Ignacio Castorena) a 17 de febrero de 1694, me escribió (al Capellán D. Nicolás de Arévalo), que al haber elegido para la fiesta del Santuario el suavísimo misterio de la Concepción Purísima, entre todos los de la Santísima Virgen, tuvo principio en un caso estupendo que a los principios de él sucedió. Y fue que hospedándose en él un Padre de la Compañía de Jesús, fue menester para encender un trozo de leña rajarlo, y haciéndolo, en el corazón del madero se halló escrito, con letras legibles y bien formadas: ‘MARÍA SANTÍSIMA CONCEBIDA SIN PECADO ORIGINAL’. Fue esto en ocasión que el Licenciado Juan de Contreras Fuerte, Vicario que entonces era del Santuario, andaba deliberando si la fiesta de la Virgen sería de la Natividad o de la Concepción; y con el suceso se determinó que fuese de la Concepción pues el Cielo se declaraba por este Misterio. Y sabiendo el Sr. Obispo Don Francisco Verdín y Molina esta maravilla, confirmó esta elección, y le aplicó una de las Indulgencias. Esta maravilla (dice el Capellán Mayor Nicolás de Arévalo), oyó predicar en dicha fiesta de la Concepción al Arcediano de Guadalajara D. Francisco de Cueto Bustamante, que murió después Religioso de la Compañía de Jesús en Querétaro; y que dicho renglón milagroso se había llevado consigo por reliquia el tal Religioso de la Compañía, y no tengo más noticia de éste, que la que el dicho Vicario me ha enviado, y jura habérselo oído al Arcediano. El nombre del Padre de la Compañía no lo dijo, o porque él se olvidó de él y es menester ir a la otra vida para saberlo de él.”
Fuente:
López-Padilla, José Everardo; Gutiérrez-Gutiérrez, Jaime. (2019). La Imagen de Nuestra Señora de San Juan. Editorial Acento, Guadalajara, Jalisco.
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lunes, 1 de junio de 2020
HISTORIA DE LA CORONA DE NTRA. SRA. DE SAN JUAN (Dr. José Everardo López Padilla)
LA CORONA PONTIFICIA DE NTRA. SRA. DE SAN JUAN
La Corona que Nuestra Señora de San Juan porta actualmente le fue colocada el 15 de agosto de 1904 por manos del Ilustrísimo Sr. Arzobispo de Guadalajara D. José de Jesús Ortiz. Esta corona fue realizada por la compañía estadounidense Benzinger and Brothers y llegó a México procedente de Nueva York el 30 de julio de 1904.
DESCRIPCIÓN DE LA CORONA:
En numerosas ocasiones he tenido la oportunidad de admirar y de tener en mis manos La Corona y sus Angelitos de Ntra. Sra. de San Juan, siendo ésta una joya valiosísima en la cual compiten el esplendor de la forma artística con la riqueza del material.
Enseguida transcribo lo que acerca de esta alhaja escribió "El Regional" en el número 35, correspondiente al 13 de agosto de 1904: "Concedida por la Santa Sede la autorización para coronar la Imagen taumaturga, el Ilustrísimo y Reverendísimo Sr. Lic. D. José de Jesús Ortiz, Arzobispo de Guadalajara, encargó, por conducto del Sr. Alberto Armour, representante del Instituto Pontificial de Artes Cristianas, de los Señores Benzinger Brothers de Nueva York, la fabricación de La Corona y de los ángeles que debían sostenerla, el 15 de abril del presente año (1904)".
Para fabricar La Corona hubo de consultarse la heráldica, y se adoptó el estilo bizantino, ligeramente modificado. La altura total de La Corona es de 18 centímetros; pesa 165 gramos de oro de 18 dilates, y contiene 196 piedras que consisten en diamantes, rubíes, oliveanes, zafiros y cristal de roca.
La Corona está muy artísticamente trabajada, y el oro fue bruñido en cuatro diferentes matices para hacer resaltar los diversos paños.
La forma difiere por completo de la que se ha empleado para otras coronas y es de puro estilo bizantino, si bien el remate es una cruz latina de diamantes, sobrepuestos en un globo también montado de piedras.
A cada lado de La Corona está en un ángel que lleva en la mano derecha una cinta semicircular, que se eleva sobre la parte superior, en la cual está grabada la siguiente inscripción en letras azules: "MATER INMACULATA ORA PRO NOBIS". Los ángeles son de plata fina, y pesan, incluyendo la cinta, 4,923 gramos; están fuertemente dorados con varios matices, y las letras de la inscripción están en esmalte azul.
Como la estatua la Santísima Virgen, por su hechura, no permite el peso que tiene La Corona, fue necesario aplicar un soporte movible que está conectado con una columnita puesta detrás de la Imagen, de manera que La Corona se puede bajar hasta la cabeza de la Virgen sin presión alguna.
Los ángeles, también por medio de un semicírculo, están en conexión con una columnita, que se halla detrás de la Virgen, y cuando se colocan en su lugar, parecen como en el aire, pues no se ven ni las aplicaciones, ni la columnita citada, en su conjunto.
FUENTE:
López-Padilla, José Everardo; Gutiérrez, Jaime. (2019). La Imagen de Nuestra Señora de San Juan. Editorial Acento. Guadalajara, Jalisco.
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La Corona que Nuestra Señora de San Juan porta actualmente le fue colocada el 15 de agosto de 1904 por manos del Ilustrísimo Sr. Arzobispo de Guadalajara D. José de Jesús Ortiz. Esta corona fue realizada por la compañía estadounidense Benzinger and Brothers y llegó a México procedente de Nueva York el 30 de julio de 1904.
DESCRIPCIÓN DE LA CORONA:
En numerosas ocasiones he tenido la oportunidad de admirar y de tener en mis manos La Corona y sus Angelitos de Ntra. Sra. de San Juan, siendo ésta una joya valiosísima en la cual compiten el esplendor de la forma artística con la riqueza del material.
Enseguida transcribo lo que acerca de esta alhaja escribió "El Regional" en el número 35, correspondiente al 13 de agosto de 1904: "Concedida por la Santa Sede la autorización para coronar la Imagen taumaturga, el Ilustrísimo y Reverendísimo Sr. Lic. D. José de Jesús Ortiz, Arzobispo de Guadalajara, encargó, por conducto del Sr. Alberto Armour, representante del Instituto Pontificial de Artes Cristianas, de los Señores Benzinger Brothers de Nueva York, la fabricación de La Corona y de los ángeles que debían sostenerla, el 15 de abril del presente año (1904)".
Para fabricar La Corona hubo de consultarse la heráldica, y se adoptó el estilo bizantino, ligeramente modificado. La altura total de La Corona es de 18 centímetros; pesa 165 gramos de oro de 18 dilates, y contiene 196 piedras que consisten en diamantes, rubíes, oliveanes, zafiros y cristal de roca.
La Corona está muy artísticamente trabajada, y el oro fue bruñido en cuatro diferentes matices para hacer resaltar los diversos paños.
La forma difiere por completo de la que se ha empleado para otras coronas y es de puro estilo bizantino, si bien el remate es una cruz latina de diamantes, sobrepuestos en un globo también montado de piedras.
A cada lado de La Corona está en un ángel que lleva en la mano derecha una cinta semicircular, que se eleva sobre la parte superior, en la cual está grabada la siguiente inscripción en letras azules: "MATER INMACULATA ORA PRO NOBIS". Los ángeles son de plata fina, y pesan, incluyendo la cinta, 4,923 gramos; están fuertemente dorados con varios matices, y las letras de la inscripción están en esmalte azul.
Como la estatua la Santísima Virgen, por su hechura, no permite el peso que tiene La Corona, fue necesario aplicar un soporte movible que está conectado con una columnita puesta detrás de la Imagen, de manera que La Corona se puede bajar hasta la cabeza de la Virgen sin presión alguna.
Los ángeles, también por medio de un semicírculo, están en conexión con una columnita, que se halla detrás de la Virgen, y cuando se colocan en su lugar, parecen como en el aire, pues no se ven ni las aplicaciones, ni la columnita citada, en su conjunto.
FUENTE:
López-Padilla, José Everardo; Gutiérrez, Jaime. (2019). La Imagen de Nuestra Señora de San Juan. Editorial Acento. Guadalajara, Jalisco.
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