viernes, 16 de septiembre de 2022

"EL GRITO QUE NUNCA SE DIO"-- San Juan, pre-cuna de la Independencia de Nueva España

ANTECEDENTES. 

A finales del siglo XVIII, los conflictos que sostenía la Corona Española con el dominio Británico por el control de las colonias de Ultramar provocaron la extracción excesiva de recursos provenientes de los territorios americanos.

En la Nueva España fue implementada la Real Cédula de Consolidación de Vales para obtener benéficos económicos, medida que se basó en corregir las fugas fiscales y aumentar impuestos a sectores productivos como el de la agricultura, minería y comercio.

La recaudación de impuestos provocó consecuencias desfavorables para el control y la administración de la colonia española. Las diferencias entre peninsulares y criollos se acentuaron, las ideas liberales e ilustradas comenzaron a propagarse e influir en grupos de origen criollo que ejercían influencia en el orden público, la administración del gobierno y la iglesia.


Dos años antes del levantamiento de Hidalgo en defensa del Rey Fernando VII preso por los franceses, en junio de 1808, el emperador francés Napoleón III derrocó a la monarquía española y se apoderó de la Corona.


¿De quién dependía la Nueva España si la corona de Fernando VII estaba en manos de un gobierno extranjero?, se cuestionaron los novohispanos.


Ante la ausencia de rey, por todos los territorios españoles se organizaron cortes, que eran juntas donde nobles, clero y pueblo debatían la forma de gobierno.


En México, el intento de instalar las cortes se frustró el 15 de septiembre de 1808 por un golpe de Estado encabezado por el noble Gabriel de Yermo, quien tomó el palacio y aprehendió al virrey José de Iturrigaray, ante el temor de la Independencia.


Este evento alentaría el nacimiento de grupos conspiradores.


El 19 de marzo de 1808, en España el Rey Carlos IV, se veía obligado ante la ocupación de las tropas de Napoleón, de abdicar a favor de su hijo, Fernando VII. Sin embargo, Napoelón no reconoció este movimiento, pues dudaba que el joven príncipe recién hecho Rey fuera una persona fácil de manipular. Por lo mismo, en mayo de ese año lo invitó a reunirse en el palacio de Bayona, en el sudoeste de Francia, forzándolo a restituir la corona a su padre, quien a su vez se la dio a Napoleón. Fue así como el emperador francés pudo nombrar a su hermano, José Bonaparte, rey de España en junio de 1808, apresando a Fernando y manteniéndolo cautivo por seis años—de ahí la arenga de la independencia de Hidalgo.


Cuando en la Nueva España se supo la noticia, el descontento entre los criollos no tardó en manifestarse y, negándose a estar a la sombra de los franceses, algunos de ellos comenzaron a pensar en una independencia que siguiera reconociendo al Rey Fernando VII como su legítimo Rey. Con esta idea, el 19 de julio de 1808, Juan Francisco Azcárate y Lezama, regidor del Ayuntamiento de la Ciudad de México, y Juan Francisco Primo de Verdad y Ramos, síndico, propusieron al virrey José de Iturrigaray formar una Junta Provisional con base en el pueblo, pues a su considerar en éste debía recaer la soberanía a falta del rey. El virrey aceptó. En el grupo también se encontraba Melchor de Talamantes, un fraile mercedario peruano de pensamiento liberal que veía en aquella crisis una verdadera oportunidad de completa independencia de la metrópoli colonial. Entre sus propuestas estaban la formación de un Congreso y la autonomía de la nueva España.


Los oidores propusieron que se reuniera una junta de las principales autoridades de la ciudad, el licenciado Francisco Primo de Verdad y Ramos, Síndico del Ayuntamiento, planteó la necesidad de formar un gobierno provisional y propuso desconocer a las juntas peninsulares.

El 12 de agosto, el Virrey José Joaquín Vicente de Iturrigaray, ordenó que no se obedeciera a ninguna junta peninsular, a menos que fuera creada por Fernando VII, con lo cual, estando el monarca prisionero, se desligaba de toda autoridad en España.


La situación no fue del gusto de los españoles en Nueva España, quienes temieron que la idea de autonomía y autogobierno fuera asumida por los pueblos originarios, además, dudaban de las verdaderas intenciones de Iturrigaray, a quien creían capaz de estar manipulando todo para hacer del virreinato un reino con él en el trono. Así se formó el grupo de los “Patriotas de Fernando VII”, alrededor de trescientos hombres que, bajo la coordinación del hacendado Gabriel Joaquín de Yermo, tomaron la casa del virrey el 15 de septiembre de 1808, apresándolo y colocando en su lugar a Pedro de Garibay.


La noche del 15 de septiembre de 1808, Gabriel de Yermo con 300 hombres, y en complicidad con la guardia de palacio, hicieron prisionero al Virrey Iturrigaray, mientras tanto, los Oidores, el Arzobispo y otros notables, reunidos en la Sala de Acuerdos, declararon su separación del cargo y nombraron al Mariscal de Campo Pedro Garibay para sustituirlo.


El 19 de julio de 1809 el Arzobispo de México, Francisco Javier de Lizama y Beaumont, sustituyó al Virrey Pedro de Garibay en el virreinato por instrucciones de la Junta Suprema de Sevilla. En 1810, los franceses ocuparon la mayor parte de España y se constituyó una Regencia.


El 14 de febrero de 1810, se convocó a una asamblea para darle al reino una nueva Constitución, incluyendo por vez primera la asistencia de representantes americanos.

 

Las encarecidas condiciones sociales, económicas y políticas llevaron a incitar ideas sobre desconocer a las autoridades virreinales e instalar, en su lugar, una junta de gobierno provisional, hasta que fuera restablecido en el trono el monarca Fernando VII.


En el pueblo de Dolores el cura Miguel Hidalgo y Costilla con un grupo de criollos, entre quienes figuraban los Capitanes del Regimiento de Dragones Provinciales de la Reina, Ignacio Allende y Juan Aldama, comenzaron a conspirar en casa del Corregidor de Querétaro, don Miguel Domínguez, con estas reuniones finalmente lograron desatar el movimiento de la Guerra de Independencia.

 

EL PLAN QUE NUNCA SE LOGRÓ EN SAN JUAN DE LOS LAGOS



(
De acuerdo con la SEDENA)


Un primer acuerdo al que llegó la junta clandestina, fue la de enviar emisarios a los pueblos de la región, con la idea de formar juntas en dichas comunidades, para conspirar contra el régimen colonial. Estas reuniones, llamadas Juntas Menores, debían reclutar al máximo número de seguidores que se pudiera. Éstos, a su vez, se comprometían a dar parte a Allende o a Aldama, en cuanto reunieran un número considerable de insurrectos.

 

Se dirigirían en pequeñas fracciones a San Juan de los Lagos, con el pretexto de asistir a la feria.

 

Aprovechando el primer día de las festividades, todos debían estar reunidos en el año de 1810. Con oficiales y tropa armada, se planeaba iniciar la lucha por la Independencia. La idea era llevar a cabo un movimiento rápido, apresar a los españoles, y permanecer ahí hasta que el Ejército Insurgente tomara la capital del virreinato. Después, se consideraba nombrar jefes en los distintos puntos del territorio, o en su defecto, fraccionar el Ejército, con el objetivo de llevar a cabo la Independencia, hasta el punto más recóndito del territorio de la Nueva España. De este modo, poder reunirse con calma en la capital, y decidir la forma de gobierno que más convendría adoptar.

 

Se acordó que se debían liberar a los españoles, para que decidieran si querían quedarse en estas tierras o regresar a España, sólo que sus propiedades quedarían en manos del nuevo gobierno. Por último, pactaron que, en caso de perder la guerra, los jefes del movimiento deberían viajar a los Estados Unidos, a pedir ayuda para consumar la Independencia.

 

fasciculo_1.pdf (sedena.gob.mx)

 

 

 

martes, 8 de febrero de 2022

MILAGRO DE LA VIRGEN DE SAN JUAN: EL CRÓNICO LOBANILLO

 

EL CRÓNICO LOBANILLO[1]

Declaró el mismo Antonio que, desde joven, le empezó a brotar un lobanillo en la cabeza, al lado izquierdo donde nace el cabello y que lo tuvo más de veinte años, cada vez más creciendo, a tal punto que, para acostarse, lo hacía con muchísimo trabajo. Y aunque buscó mucho su curación, no la encontraba, en parte, porque decían los médicos que era peligroso intervenirlo.

Así que estando en el pueblo de San Juan, hará de nueve a diez años que este testigo se fue al santuario a pedirle a tan Soberana Señora que lo favoreciese para que aquel lobanillo tuviese remedio. Y, después de pedirle, se acercó a una de las lámparas que ardían en el altar y se untó. Pasados unos dos o tres días, sintió dolor en el dicho lobanillo. Y preguntando qué tenía en él, le dijeron que le había brotado un grano. Y el grano fue abriendo boca, de forma que le pudieron aplicar una mecha once días.

Y se fue dando la curación al estarle manando una masa amarilla de un olor muy fuerte, hasta quedar bueno y sano, quedándole un agujero, por el que, hasta el día de hoy, sigue manando esta masa sin ningún dolor ni pena. De esto, son testigos quienes lo vieron y lo curaron. A saber: Melchor González de Hermosillo[2], su mujer y vecinos.

También comentó que, pasando por este santuario un médico cirujano, al contarle lo ya referido y enseñándole lo que quedó del lobanillo, afirmó que, como cirujano, reconocía haber sido un milagro.

El declarante terminó contando que son muchos los favores que ha alcanzado de la santísima mano de la Virgen de San Juan; y que tiene la intención de escribir algo de esta Soberana Señora, de sus milagros y maravillas, con otras circunstancias de este pueblo y de la edificación y reedificación de su templo. Después de lo cual firmó con dicho Juez y ante mí, notario nombrado, declarando tener 51 años de edad.


[1] IMVSJ AGN f. 74-75

[2] MELCHOR GONZÁLEZ DE HERMOSILLO FLORIDA: Nació en 1616 y falleció el 20 de Febrero de 1684 en Jalostotitlán siendo enterrado en dicho templo parroquial. Contrajo nupcias alrededor de 1642 con Beatriz González de Ruvalcaba Rodas (nacida en Santa María de los Lagos en 1622 y fallecida en 1684). Fue hijo de Juan González de Hermosillo y de Ana González Florida. 


viernes, 4 de febrero de 2022

EL MILAGRO DE LA MANTECA EN PARRAL, CHIHUAHUA

 

LA MANTECA DEL MILAGRO[1]



Otro milagro contó Francisco: Yendo con una cuadrilla de 16 carretas, cargadas de maíz, de manteca y de otros géneros, en 1650. De camino al Real de Minas del Parral, hubo necesidad de parar como a seis o siete leguas de dicho Real para descansar y refrigerarse. Paramos a orillas de un río que llaman “de en medio,” en un puesto donde quedaron acomodadas, más juntas que lo ordinario, todas las carretas.

Quedamos en un pajonal tan alto que cubría a un hombre, y viendo, yo, que una india que nos acompañaba quería hacer una lumbrada, le dije que primero quemara un poco del pajonal para hacer raya y evitar así que la lumbre corriera a donde estaban las carretas.

Pero, de nada sirvieron estas precauciones, porque, de repente se vino un viento contrario que extendió el fuego hacia donde estaban las carretas. Al ver el peligro que corrían las carretas, recluté al punto cerca de veinte personas que me acompañaban en la cuadrilla y algunos lugareños. Todos juntos nos pusimos en obra sin poder apagar la lumbre. Y por más que lo intentamos, ya estaba el fuego pegando en una de nuestras carretas, llena de maíz y, además, encima estaban diez calabazos de manteca de más de once kilos, cada una.

Angustiado, viendo la calamidad que se nos venía. Ya no preocupado por mis bienes, sino el daño que causaría esta desgracia a mis trabajadores, invoqué a la Virgen de San Juan. Le dije: “Virgen Santísima, ya no cuido de la hacienda que traigo, dejadme siquiera una carreta para volver a estos pobres que traigo en mi compañía a su casa con sus hijos y mujeres.” Eran cuarenta personas las que venían conmigo. Y así como repentinamente vino el viento, después de mi súplica, también repentinamente se volvió en dirección del río, levantándose devastadoras las llamas, altísimas, consumiendo todo el pajonal hasta llegar al río.

Retirado el fuego, fuimos inmediatamente a revisar cómo habían quedado nuestras carretas y hasta dónde había llegado el daño, ya que el humo no nos había dado licencia de saberlo. Y cuál no va siendo nuestra sorpresa cuando constatamos que sólo una carreta estaba quemada; el maíz derramado en el suelo; como cuatro o seis fanegas se recogieron de maíz chamuscado. Y ¿los diez calabazos de manteca…? Tenían la cubierta quemada y la manteca dura y sin derretir; sin perjuicio alguno. De tal suerte que pudo ser vendida en el Parral.

Cuando contamos a todos lo sucedido, curiosos y sorprendidos iban ver la manteca –que ya le decían- “la manteca del milagro.

Mayor maravilla nos causó que, habiéndose quemado partes de la carreta y hasta la silla de andar a caballo, de un indio de nuestra cuadrilla, ni siquiera se haya derretido la manteca, ni quemado la mayor parte del maíz.

Cuando vimos cómo la Virgen de San Juan tan presto vino en nuestro auxilio, ahí mismo todos le dimos gracias a Dios por la intercesión de la Virgen Santísima. Y yo, ofrecí venir a su templo a rezarle unas novenas. 

Siendo los beneficiados de este milagro de los pueblos vecinos a San Juan, al divulgar en el Parral el milagro, esto fue causa de mayor devoción a la Virgen de San Juan, como después lo comentó el Hermano Blas cuando llevó al Parral a la Virgen Peregrina.


Dr. José Everardo López-Padilla "Médico Historiador" del Archivo Histórico de la Catedral Basílica de San Juan de los Lagos. 

[1] IMVSJ AGN f. 57-60

martes, 1 de febrero de 2022

HISTORIA DE LA VIRGEN DE SAN JUAN EN 1542

Colgada al pecho de unos Padres franciscanos, como una medalla, llegó la Imagencita de la Virgen de San Juan. Esto lo oyó, cuando era niña, la anciana Ana Lucía, testigo ocular del primer milagro; y… años después, lo dijo bajo juramento, junto con otros testigos más, ante el Notario eclesiástico D. Juan Contreras Fuerte en 1634.

Este sagrado regalo de la imagen, otorgado al Pueblo de indios de San Juan, se atribuye a los Padres Franciscanos, fray Antonio de Segovia y Miguel de Bolonia, Evangelizadores de estos pueblos en 1542.

Al retirarse de estas tierras los Santos Doctrineros colocaron en el humilde altar de la Capilla del Hospital de San Juan, entonces de adobe y paja; y fue muy venerada, desde al principio, por los indios que tiernamente la llamaban “Cihuapilli,” Señora Celestial.

Pasados 80 años, ya la santa imagencita había sido retirada del altar a la sacristía por encontrarse maltratada, aunque, no por esto, dejaba de ser venerada por los indios.

Pero en 1623 se dio un milagro portentoso, contado por el mismo Sacerdote Notario que dejó asentado por escrito el milagro y el testimonio de los que lo vieron y juraron decir la verdad del hecho, tal y como lo pidió el Señor Obispo de Guadalajara D. Leonel Cervantes de Carbajal.

Esto fue lo que se escribió: “Casi al llegar a este Pueblo, como camino real que es para Guadalajara, un Volantín, cuyo nombre no se supo; donde estuvo tres o cuatro días, traía, Éste tal, en su compañía a su mujer y dos hijas, a las cuales enseñaba a voltear y hacer pruebas sobre espadas y dagas. Sucedió que volteando la menor de ellas, se mató. El cómo no se pudo averiguar por ser los indios tan varios en sus dichos y no haber, en aquel tiempo, Español en este Pueblo. Entre los indios e indias que se juntaron, fue una llamada Ana Lucía, muy antigua, la cual les dijo que se consolaran, que la Cihuapilli la sanaría. Llevaron al Hospital la difunta y la pusieron en la peaña del altar. La dicha Ana Lucía, se entró en la sacristía y sacó a esta Soberana Señora, que hoy es la Original de entre las demás, y como dicho es, estaban desechadas. Y se la puso a la difunta sobre los pechos.
Al poco rato, vieron bullirse la dicha niña. Conque le cortaron a toda prisa las ligaduras y quitaron la mortaja. Y se levantó buena y sana.

El Volantín agradecido por el beneficio recibido, les pidió a los indios que se la dejasen llevar a la ciudad de Guadalajara, para donde iba, que la mandaría aderezar, y se la volvería.

Llegados a Guadalajara ya de noche, también llegaron a la puerta de la casa, donde se habían hospedado el dicho Volantín, unos Mancebos, y preguntaron si tenía alguna cosa de pintura qué aderezar. Dijeron que sí, que una imagen de Nuestra Señora de un Pueblo llamado San Juan. Y se la dieron a dichos mancebos. Y al día siguiente, muy de mañana, se la volvieron al dicho Volantín, que no se había levantado de la cama; y que, enviando a saber cuánto les había de dar de hechura, no hallaron a nadie.

El Volantín volvió la imagen y refirió a los indios lo antes dicho. Lo referido había sucedido en 1623, como once años antes de 1634, y se promulgó el primer milagro referido, cuarenta y cinco años después, en 1668".

Este milagro reconocido como portentoso, dio puerta a 4 siglos de milagros que no cesan de darse para gloria de Dios y aplauso de Nuestra Señora, la Virgen de San Juan. Esta es su historia que aún no se acaba de contar.

Texto por: Sr. Cango. Padre Jaime Enrique Gutiérrez Gutiérrez y
Dr. José Everardo López-Padilla
Archivo Histórico de la Catedral Basílica de San Juan de los Lagos

lunes, 31 de enero de 2022

MILAGRO DEL MANTO DE LA VIRGEN DE SAN JUAN AL OBISPO DE GUADALAJARA

Fue muy singular el beneficio que concedió María Santísima en su advocación de San Juan, al Ilustrísimo y Reverendísimo Señor Doctor Don Nicolás Carlos Gómez de Cervantes, Obispo que fue de la Diócesis de Nueva Galicia, desde el año de 1727 hasta 1734. Hallábase su Señoría postrado en el lecho del dolor, a consecuencia de una terrible enfermedad. Los principales médicos que había entonces en Guadalajara, declararon que el mal era incurable, de suerte que ya no quedaba esperanza en el auxilio de la ciencia. 


El Señor Gómez de Cervantes--que parecía haber heredado de su tío abuelo, el Ilustrísimo Señor Dr. D. Leonel Cervantes de Carbajal, una tierna devoción a María Santísima de San Juan--ocurrió entonces con verdadera confianza a la que es "Salud de los Enfermos", pidiéndole el alivio de sus dolencias; se aplicó sobre el cuerpo un vestidito de la bendita Imagen, y he aquí que en el momento desaparecen las dolencias y aún los síntomas de la enfermedad. Admirados los médicos ante una curación tan extraña como repentinas, declararon de común acuerdo que aquel hecho no tenía explicación dentro de los alcances de la ciencia. 



A la razón, estaba pendiente la resolución de una solicitud presentada a la Sagrada Mitra por el Sr. Pbro. Lic. D. Francisco del Río, relativa a la construcción de un suntuoso templo para la Santísima Virgen de San Juan; su Señoría Ilustrísima  no sólo accedió a la solicitud con singular beneplácito, sino cooperó de cuantos modos pudo a la construcción del famoso Templo donde se venera hoy tan preciosa Imagen. 


Dr. José Everardo López-Padilla #MédicoHistoriador

Fuente: Archivo Histórico de la Catedral Basílica de San Juan de los Lagos. 

miércoles, 26 de enero de 2022

EN EL CENTENARIO DE LA CORONACION DE NUESTRA SEÑORA DE LA ENCARNACION DE LOS SIETE PRINCIPES, LOS GUARDIANES DEL MISTERIO DE LA ENCARNACION DEL VERBO DIVINO (Parte I).

Las velas arden en esta víspera solemne del aniversario de la consagración de nuestro bellísimo templo parroquial, Monumento Histórico-arquitectónico en Barroco-Neoestilo, comenzado en 1791 por el Maestro Gregorio de los Reyes y terminado por el Maestro Santiago Medina, por tal motivo con gran regocijo les comparto mi crónica o meditación producto de mi labor de casi 30 años como Cronista, en los que he dejado registrado lo que me contaron los viejos de mi niñez, lo que yo he investigado en archivos, y de lo que he leído en los libros que me han compartido mis maestros y amigos historiadores y genealogistas. Crónica que para esta ocasión he titulado
EN EL CENTENARIO DE LA CORONACION DE NUESTRA SEÑORA DE LA ENCARNACION DE LOS SIETE PRINCIPES, LOS GUARDIANES DEL MISTERIO DE LA ENCARNACION DEL VERBO DIVINO (Parte I).


“Debajo cuyo amparo decidieron acogerse nuestros antepasados y quisieron ponernos a todos sus hijos, aclamando a la Celestial Señora. Patrona de estas Tierras” (Fotografía: “Retrato o copia de la Milagrosísima Señora de San Juan de los Lagos en la Nueva Galicia a devoción del Licenciado Don Francisco del Río Capellán Mayor de su Santuario. Dicha milagrosísima imagen lo dona al R dignísimo… Convento de Señoras Capuchinas de la Villa de Santa María de los Lagos, Año de 1756”. Cuadro que se conserva en el Museo de Arte Sacro de la Ciudad de Lagos de Moreno, y cuya fotografía tomé del libro CATEDRAL BASÍLICA DE SAN JUAN DE LOS LAGOS, Álbum conmemorativo. Centenario de la Coronación Pontificia de la Virgen de San Juan de los Lagos. EDIMISIO, San Juan de los Lagos, 2006:40 + “Imagen Original de Nuestra Señora de la Encarnación”, tomada por la Licenciada Doña María Lucila Martín Parga para la Muestra de Arte Sacro que con motivo de conmemorar el “Bicentenario de la colocación de la Primera Piedra de la Parroquia de Nuestra Señora de la Encarnación”, coordinamos los miembros del “Patronato de la Biblioteca”, 1991. Fotomontaje, Don Arturo Picazo Romo de Fotografía Picazo, 2022).


En una crónica del Siglo XVIII, dejada por el Bachiller Don Isidro Raphael de Espino -Capellán de la Hacienda de San Miguel de los Alba, quien sacó a la luz pública la venerada imagen de Nuestra Señora de la Encarnación, y que para rendirle un culto esplendoroso se propuso la fundación de una villa española bajo su advocación y patrocinio-, al respecto escribió:

Por el mes de Marzo florido y feliz en que comenzó del género humano la Espiritual Primavera, floreciendo aquella Vara de la Raíz de Jesé, Apto Jesús habitando entre nosotros, y si María dispuso y preparó entonces la tierra bendita de su vientre para que en ella naciese y tomase raíz la hermosa Vara entre nosotros, así en este mes dichoso y feliz de la comarca, quiso preparar y prevenir en este territorio casa en que habitase el Verbo entre nosotros” (Quesada Cervantes Alfonso, “Apuntes Históricos sobre la Ciudad de la Encarnación de Díaz, Jalisco”, 1922: 10, tomado del Capítulo Tercero de un documento escrito de puño y letra del Bachiller Espino).


Agregando el Bachiller en su Crónica, la tradición de cómo fue encontrada su Imagen Peregrina en el “Potrero de los Encinos” del Cerro de los Gallos, en un cerrito lleno de arbustos espinosos, cuya narración original de este suceso fue escuchada por él en 1752 de boca de los propios vecinos de San Miguel, quienes le dijeron que fue un ermitaño quien traía la imagen de la Virgen María y que la había dejado pendiente dentro de una cajita o Tabernáculo, en las ramas de un espino, en las cercanías de dicha hacienda, donde la encontró Diego Villaseñor, quien desempeñaba el oficio de Vaquero.


Don Diego, era de linaje judeoconverso: Por el lado de su padre Don Gonzalo de Villaseñor-Cervantes y Gómez-Maldonado, porque este era hijo del Alguacil Real de la Villa de León, Don Gonzalo de Villaseñor-Cervantes y Hurtado de Mendoza y de su mujer Doña Juana Gómez-Maldonado, quien estaba emparentado con el Obispo de Guadalajara, el Ilustrísimo Doctor Don Leonel de Cervantes y Carvajal, el que estableció en 1630 el culto a la Milagrosísima Imagen de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos.


El Alguacil Don Gonzalo Villaseñor y Hurtado de Mendoza, era descendiente del Capitán Don Juan de Villaseñor y Orozco, originario de la villa de Vélez en Andalucía, España, Conquistador y encomendero de Guango, Purándiro, Pénjamo, los Ayos y Huaxcato, descendiente del Alférez Don Juan de Tovar y de Verlanga, Guarda del Rey Juan II, y de su mujer Doña Constanza Enríquez de Castilla, nieta de Don Fabrique Alonso y de la judia Yonati “La Paloma”, la hija de Gedaliah ben Shlomo. Y por su madre Doña Teresa de Alba-Bocanegra, hija de Don Cristóbal de Alba y de Arenas, principal propietario de la Hacienda de San Miguel de los Alba, y de su esposa Doña Teresa de Estrada-Bocanegra, la sangre judía le venía de su antepasado Doña Clara de Bocanegra y de la Caballería, hija de Don Diego Gutiérrez de la Caballería, Caballero de la Orden de Calatrava, Conquistador, Capitán de Guerra y Tesorero de la Nueva Galicia, y de su mujer Doña Isabel Messia de Bocanegra. Don Diego era hermano de Doña Marina Gutiérrez de la Caballería, la esposa del Muy Magnifico Señor Don Alonso de Estrada, Continuo de la Real Casa, Tesorero, II Gobernador y Capitán General de la Nueva España. Ambos hermanos, descendientes de Judah Ha-Leví de la Caballería, nacido en Zaragoza, Reino de Aragón y Tesorero de los Caballeros Templarios.


AUTOR: D. Rodolfo Hernández Chávez, Cronista de Encarnación de Díaz, Jalisco.

Publicado en su muro de facebook el 22 de enero de 2022.

Replicado con autorización de su autor.



jueves, 20 de enero de 2022

INEXPLICABLE GIRO DE UNA YEGUA EN EL BARRANCO[1]

 

Acudió ante dicho Juez de Comisión un hombre español que dijo llamarse Nicolás de Ortega, y doy fe de conocerlo. Es vecino de la Villa de Santa María de los Lagos. En cuanto al origen de Nuestra Señora de San Juan dijo saber lo que, en general se sabe de Ella.

Inició su declaración diciendo que, el día de ayer, viernes 17 de febrero de 1668, como a las 5 de la tarde, habiendo salido de la Hacienda de Santa Teresa, jurisdicción de Lagos, y de la que es dueño el declarante, vino a visitar a la Virgen Santísima de San Juan, como se lo había prometido, para pedirle salud de un padecimiento que tiene, hace tres meses. Al regreso, perdió el camino, junto con Alonso Hernández Rubio, vecino de los Lagos. Y viéndose perdidos, preocupados de que así les anocheciese, le dijo el declarante: Vamos al cerro que llaman de las “Tetillas” que está en dirección a San Juan. Se pusieron, pues, en camino. Llegaron a un arroyo seco y profundo. Anduvieron buscando dónde atravesarle, hasta que hallaron una parte baja. Pero, ya dentro del arroyo, no hallaron paso posible de subirlo en lomo de bestia. Parecía ser camino de venados. No encontrando mejor alternativa, emprendieron la subida. Subió adelante el compañero que iba en mula, y este testigo queriendo apearse para subir como hombre de campo, se atrevió a picarle a la yegua en que iba, perdió el control. Y sin tener dónde pisar, estando las manos arriba, cayó este testigo, al mismo tiempo que lanzaba un grito: Válgame la Virgen Santísima de San Juan. Había caído, increíblemente, en medio de dos peñas y encima de la yegua, quedando ésta, encajadas las patas y las manos hacia arriba, entre una peña y otra. Sólo pudo salir el declarante por debajo de la bestia, completamente sano.

Bajó luego el compañero y no podían entrambos desencajar la yegua. Cuando por fin lo hicieron, la sacaron también sin lesión alguna, a pesar de haber dado las costillas a un lado sobre una piedra y la cabeza sobre la otra. Había caído justo en la cama de la poca arena que había. Mientras el compañero mudó el color de susto, el testigo se levantó, agradecido, dando gracias por el palpable milagro que a la yegua y a él, les había hecho la Virgen.

Inmediatamente se puso de camino nuevamente a San Juan, llegando este sábado a darle gracias a la Virgen por tan grande favor recibido. Y teniendo noticia que se estaba haciendo información del origen y milagros de Nuestra Señora de San Juan, vino a este dicho Pueblo de Jalostotitlán a declararlo.


Dr. José Everardo López Padilla---- Sr. Cango. Padre Jaime Enrique Gutiérrez Gutiérrez
Archivo Histórico de la Catedral Basílica de San Juan de los Lagos